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La mejor pelea en The Legend of Zelda: Breath of the Wild

Publicado por Zyk • septiembre 5, 2022

Con más de 25 millones de copias vendidas en todo el mundo, muchas personas han jugado a The Legend of Zelda: Breath of the Wild de Nintendo Switch y WiiU. Sin embargo, no todos ellos conocen la mejor batalla del aclamado juego -y uno de los puntos más destacados de toda la franquicia, por cierto-. Es posible que te hayas perdido este épico enfrentamiento, ya que se encuentra en uno de los DLC del juego.

El segundo pack de expansión de Breath of the Wild, Balada de Campeones, llegó en diciembre de 2017 y añadió contenido de la historia centrado en los campeones, nuevos santuarios y mucho más. Sin embargo, lo más destacado del DLC se queda en la nueva Bestia Divina, y concretamente en la batalla que se encuentra al final de la mazmorra. Después de desbloquear la última puerta de la mazmorra, Link se enfrenta a otro monje Sheikah, muy parecido a los que se encuentran en los 136 santuarios del juego. Con esto, el jugador se prepara para recibir una bendición de la figura momificada. Sin embargo, lo que ofrece no es del todo una bendición.

La cámara se mueve para mostrar la mano derecha de la momia, cuando un dedo parece moverse extrañamente. De repente, el cuerpo momificado se pone en pie, revelando el último reto de la expansión: derrotar a Maz Koshia. Aparte de la banda sonora electrónica que adormece la batalla en un emocionante clímax, el enfrentamiento tiene lugar en una arena que domina el campo de Hyrule. De este modo, el impresionante reino del juego sirve de fondo al enfrentamiento, lo que lo hace aún más épico.

En general, la batalla es muy rápida y exige un ritmo rápido y un aprendizaje veloz. Además de poseer una selección de golpes en la que desaparece para luego sorprender al jugador, el jefe lanza disparos eléctricos. Como la batalla tiene lugar bajo la lluvia, cada golpe le cuesta caro a Link. Incluso el modo de cámara lenta favorece aquí la batalla, creando momentos épicos cuando el jugador esquiva en el momento adecuado.

En la primera etapa, basta con aprender los movimientos y conocer las oportunidades que existen para atacar al monje. En la segunda, sin embargo, las cosas se vuelven más caóticas. Maz Koshia crea varias réplicas de sí mismo, lo que da lugar a una pequeña multitud de momias que difieren los golpes al mismo tiempo. Al jugador le queda evitar los ataques en la medida de lo posible (esperar que no le rodeen) y, cuando sea posible, derribarlos uno a uno hasta averiguar cuál es el verdadero monje.

La tercera fase del jefe puede ser más sencilla, pero es sin duda la más mortífera. El monje triplica su tamaño, pero no creas que eso lo convierte en un objetivo más fácil. Maz Kozia sobrevuela la arena en todo momento, y tendrás que golpear el ojo de Sheikah que cubre su cara para infligir el máximo daño.

Además, el monje dispara los mismos lazers que los Guardianes y da golpes eléctricos con más frecuencia. No es de extrañar que sea un momento fácil de derribar, por lo que es necesario empezar la batalla desde cero. En el Modo Maestro, donde cada ataque causa aún más daño, el enfrentamiento se convierte en un reto para pocos. Además, al igual que el resto de los enemigos, Maz Koshia tiene la capacidad de curar su vida si el jugador pasa cierto tiempo sin atacarle.

Teniendo en cuenta que Breath of the Wild carece de grandes batallas contra jefes -siendo cada encuentro al final de Latidos Divinos básicamente la misma batalla-, puede parecer difícil que el enfrentamiento con Maz Koshia no destaque en el juego. Aun así, la batalla brilla por su nivel de desafío, teniendo en cuenta la velocidad y la variedad de los golpes. Teniendo en cuenta que el estándar de Zelda es ofrecer jefes con ataques repetitivos que, en la mayoría de los casos, pueden ser derrotados fácilmente, este es sin duda un encuentro que destaca en la historia de la franquicia.

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